Hay quien piensa que el COVID-19 va a reactivar la construcción.

¿Pero, por qué?

Bueno, pues básicamente porque mucha gente demanda un tipo de vivienda que no existe en el mercado.

Debido al confinamiento, todos nos hemos dado cuenta de las limitaciones de nuestro hogar. Es obvio que no es lo mismo estar confinado en un piso muy pequeño sin terraza ni balcón a estarlo en una vivienda unifamiliar con parcela a nuestra libre disposición.

Por eso, mucha gente (aquellos que se lo pueden permitir) ha tomado la decisión de mudarse a una casa más amplia y con espacios abiertos.

El teletrabajo ha llegado para quedarse

De hecho muchas personas que comenzaron a teletrabajar durante el confinamiento ya no han vuelto a sus oficinas, a pesar de que ya no hay confinamiento.

Y esto implica cambios en el hogar. Se requiere un espacio donde realizar el trabajo. Un espacio que no solo debe ser cómodo sino estar independizado del resto de la casa. Pues el trabajo requiere concentración y, en caso de confinamiento, toda la familia estará en casa.

Aquí tenemos un primer punto. Necesitamos viviendas más amplias, donde dispongamos de una habitación que utilizar como despacho.

Las terrazas se han convertido en una necesidad vital

Al no poder salir a la calle, la terraza se ha convertido en nuestro espacio de esparcimiento y socialización. Cuando estábamos confinados, la terraza era el único lugar donde podíamos salir a respirar aire puro y también a hablar con los vecinos. Todos recordamos la cita diaria para aplaudir a los sanitarios que terminaba en charla coloquio entre los vecinos.

Necesitamos viviendas con espacios al aire libre, al menos una terraza, pero si puede ser un patio o una parcela, mucho mejor.

Salones amplios

Previo al confinamiento, el salón-comedor de casa era el lugar donde comíamos y a la noche nos sentábamos a ver la tele en familia.

Pero ahora es un lugar donde se realizan múltiples actividades: es sala de juegos para los más pequeños, sala de estudios para hacer los deberes o los trabajos escolares…. Gimnasio donde mantenernos en forma, sala de ordenadores….

En definitiva: necesitamos salones más grandes.

¿El mercado actual de viviendas reúne estos requisitos?

Pues sí y no. Pisos amplios hay, pero muy pocos.

La gran mayoría de pisos construidos en los barrios de nuestras ciudades son pequeños.

Se trata de barrios que nacieron en la época del éxodo rural, en las décadas de los 60 y 70, donde se primaba contar con 3 dormitorios, salón cocina y baño, todo muy reducido, para que fuese asequible.

Es cierto que en los 80 y hasta mediados de los años 90 muchos pisos se construían con terrazas y eran más amplios que los construidos en décadas pasadas y que los actuales. Pero no todos cuentan con un dormitorio extra que convertir en despacho, ni con un gran salón.

De hecho, en los años del boom de la construcción, como los pisos se encarecían tanto en tan poco tiempo, cada vez los hacían más pequeños. Y, lo peor de todo, las terrazas desaparecieron. Es realmente excepcional encontrar un piso construido en el periodo 1995-2010 que tenga terraza. Y aquellos que la tienen, es muy pequeña.

Así que si buscamos un piso amplio y con terraza, tendrá que ser un piso con entre 30 y 40 años. Probablemente haya que reformarlo. Y aun así, no hay muchos.

Solo nos quedan los chalets

Como viviendas amplias solo nos quedan los chalets: adosados, pareados o independientes.

Pero son más caros y están más lejos, a menudo en barrios residenciales alejados, urbanizaciones o en pueblos cercanos a las capitales de provincia.

¿Se construirán nuevas viviendas para hacer frente a las nuevas demandas?

Los tiempos cambian y las necesidades en materia de vivienda también, por eso la lógica apunta que se construyan nuevas viviendas recogiendo e incorporando las necesidades y circunstancias actuales.

De hecho, los más pudientes ya están en ello. El número de visados de segundas residencias en pueblecitos y urbanizaciones ha crecido en 2020, y la tendencia se mantiene en 2021.

Ahora falta que el Covid pase y todo el país retome la actividad económica y la vida cotidiana, y los aprendizajes post-covid se materialicen.

Quizá la construcción de nuevas viviendas sea el motor que la economía española necesita para ponerse en marcha.

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